domingo, 8 de enero de 2012

Justas y torneos en la corte isabelina

El entretenimiento era extremadamente importante para la gente de la era isabelina. La vida era dura, la tasa de mortalidad alta debido a los frecuentes brotes de la peste bubónica y la expectativa de vida baja. Así, toda oportunidad de celebrar era buena: un compromiso, una boda, las victorias en la guerra y los festivales religiosos. Ferias, Fiestas y Festivales se celebraban en momentos específicos del año, la mayoría de ellos dictados por la Iglesia.


El entretenimiento en la corte era regular, a menudo un festejo nocturno combinaba fiestas, torneos, justas y banquetes usualmente acompañados de música y baile. Por su lado, el pueblo disfrutaba con la actuación de compañías teatrales, bailes, animales adiestrados, mimos (bailarines enmascarados o disfrazados), magos, juglares y trovadores, malabaristas y actores ambulantes. Torneos, juegos como tiro con arco, cartas y bolos, deportes con animales (incluido el hostigamiento del oso y el toro y peleas de perros y gallos) y apuestas también jugaron un papel importante en el entretenimiento de la época.Las fiestas consistían en una enorme y elaborada comida, por lo general para muchas personas y, a menudo, acompañada por una cohorte de artistas. Los banquetes implicaban una cena formal en honor a un invitado especial, donde las clases altas disfrutaban de la danza (la gallarda, la pavana y la volta se encontraban entre las danzas más practicadas). Asimismo, la realeza y la nobleza practicaban los deportes de la caza con perros y la cetrería.

Isabel I bailando la volta con Robert Dudley, Conde de Leicester



El Día de la Reina


Los Accesion Day tilts era una serie de elaborados festejos que se celebraban anualmente en la corte de Isabel I para celebrar su ascensión al trono, el 17 de noviembre, también conocido como Día de la Reina. Los eventos combinaban elementos teatrales con justas, en las cuales los cortesanos de Isabel competían por superarse unos a otros en
armaduras alegóricas y trajes de disfraz, en poesía y desfiles con el fin de exaltar a la monarca y su reino de Inglaterra. Diplomáticamente, estos eventos mostraban la riqueza de la corte a los embajadores extranjeros e incluso al público, por lo que la gente común era capaz de enorgullecerse ante la magnificencia cortesana.


El último Accesion Day tilt isabelino se llevó a cabo en noviembre de 1602; la reina murió en la primavera siguiente. Los eventos continuaron como parte de las festividades para conmemorar la ascensión de Jacobo I, el 24 de marzo, hasta 1624, el año anterior a su muerte.

Isabel I de Inglaterra en 1585

Sir Henry Lee de Ditchley, Campeón de la Reina, ideó los eventos del Día de Ascensión, que se convirtió en el más importante festival de la corte isabelina a partir 1580. Aunque es probable que las celebraciones hayan empezado un poco de manera informal en la década de 1570. En 1581, los eventos del Día de la Reina "habían sido deliberadamente convertidos en un gigantesco espectáculo público eclipsando cualquier otra forma de festival cortesano", con miles de asistentes; el público era admitido ​​por un pequeño pago. El propio Lee dirigió las festividades anuales hasta que se jubiló como Campeón de la Reina en los eventos de 1590, entregando el papel a George Clifford, 3r conde de Cumberland. Después del retiro de Lee, la orquestación de los eventos cayó en el 4º Conde de Worcester, en su calidad de Master of the Horse y del favorito de la reina, el 2º Conde de Essex, a pesar de Lee se mantuvo como una especie de Maestro de Ceremonias, a petición de la reina.



Justa en armadura tradicional o “alta armadura”


Los concursos se realizaban en el Tiltyard, una suerte de patio cerrado para justas en el Palacio de Whitehall, donde la comitiva real observaba las festividades desde la Galería del Tiltyard. La Oficina de Obras construyó una plataforma con escaleras por debajo de la galería para facilitar la visión de las presentaciones a la reina.


Los participantes


La mayoría de los contendientes participantes provenían de las filas de los Caballeros Pensionados de la Reina (luego conocidos como Caballeros de Armas o Guardaespaldas de la Reina). Entre ellos había miembros poderosos de la corte como el Conde de Bedford, el Conde de Southampton, Lord Howard de Effingham y el Conde de Essex. Muchos de tales participantes habían prestado servicio activo en Irlanda o en el Continente, pero la atmósfera de romance y diversión parece haber predominado sobre los serios ejercicios militares que eran los torneos medievales. Sir James Scudamore, un caballero que participó en el torneo de 1595, fue inmortalizado como "Sir Scudamour" en el Libro Cuarto de The Faerie Queen de Edmund Spenser.

George Clifford como Caballero del Castillo Pendragón en el Tilt de 1590


Los Caballeros que participaban en el espectáculo entraban en carruajes de desfile o a caballo, disfrazados como alguna figura heroica, romántica o metafórica, con sus sirvientes en disfraces de acuerdo al tema de la entrada. Un escudero presentó un escudo de cartón adornado con el emblema heráldico o impresa de la reina y explicaba el significado de su disfraz en prosa o poesía. Los participantes invertían un costo considerable para diseñar los temas, ordenar armaduras y disfraces para sus seguidores, y en algunos casos, para contratar poetas o dramaturgos e incluso actores profesionales para llevar a cabo sus programas. Configuraciones clásicas, pastorales y artúricas combinaban generalmente con parlamentos halagando a la reina, pero eran frecuentes serios subtextos, especialmente entre aquellos que utilizaban estas ocasiones para expresar contrición pública o desolación por haber suscitado el disgusto de la reina, o declararse en favor real. En su entrada de 1590, Essex usó una armadura negra, pues encabezaba una procesión funeral, trasladado en un féretro por sus asistentes. De esta manera intentaba expiar su fracaso para someter a Irlanda, pero Isabel no se impresionó y no le perdonó fácilmente.


Poetas asociados con círculos de la corte escribían versos alegóricos para acompañar a las presentaciones de los caballeros; entre éstos estaban John Davies, Philip Sidney y el joven Francis Bacon, quien compuso discursos y ayudó a poner en escena presentaciones para su patrón, el conde de Essex. Sidney en particular, como poeta y como caballero, encarnaba temas de caballería para los eventos; un recuerdo de Sidney fue parte del programa de 1586, el año posterior a su muerte. El amigo y protegido de Sidney, Sir James Scudamore, quien sería uno de los principales competidores en los eventos de 1595, llevó el estandarte con las armas de Sidney a la edad de dieciocho años.

El Conde de Essex en armadura “tristemente negra” (1590)


Reporte de un visitante


Los más completos relatos directos de uno de estos eventos es el de Leopoldo von Wedel, un viajero alemán que vio las celebraciones de 1584:


Ahora próximo el día, cuando el 17 de noviembre el torneo fue celebrado... A eso de las doce de la reina y sus damas se colocaron en las ventanas de una larga habitación en el palacio Weithol [Whitehall], cerca de Westminster, frente a la barrera donde el torneo se iba a celebrar. Desde esta sala una amplia escalera se dirigía hacia abajo y alrededor los asientos de barrera estaban organizados sobre la planta, por lo que todo el mundo mediante el pago de 12d tendría un lugar y vería la presentación... Muchos miles de espectadores, hombres, mujeres y niñas obtenían lugares, por no hablar de los que estaban dentro de la barrera y no pagaban nada.


Durante todo el tiempo del torneo, todos los que querían luchar entraban en la lista por pares, las trompetas sonaban a la vez, al igual que otros instrumentos musicales. Los combatientes tenían sus sirvientes vestidos de diferentes colores, que, sin embargo, no entraban en la barrera, pero se acomodaban a ambos lados. Algunos de los sirvientes estaban disfrazados como salvajes, o como irlandeses, con el pelo colgando hasta la cintura como mujeres, otros tenían caballos equipados como elefantes, algunos carruajes eran tirados por hombres, otros parecían moverse por sí mismos; en total las carrozas eran muy extrañas en su apariencia. Algunos señores tenían sus caballos con ellos y montaban en armadura completa directamente desde el carruaje. Había algunos que mostraban muy buena equitación y también suntuosa vestimenta. La forma de combate de cada uno había sido establecida antes de entrar en las listas. Los costos ascendían a varios miles de libras cada uno.


Caballeros participantes de un torneo, con sus estandartes y colores heráldicos

Cuando un caballero con sus sirvientes se aproximaba a la barrera, a caballo o en un carruaje, se detenía a los pies de la escalera que conducía al salón de la reina, mientras su sirviente en pomposa vestimenta de un diseño especial subía los escalones y se dirigía a la reina en versos o con un absurdo discurso, haciendo reír a la soberana y sus damas. Cuando terminaba, le ofrecía un costoso presente en nombre de su señor… Luego, siempre de dos en dos, montaban uno contra otro, rompiendo lanzas por el haz… la fête continuó hasta las cinco de la tarde.

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